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Chullos y shigras

En el Ecuador, los inviernos no son tan marcados como en otras latitudes. Gozamos de un clima ecuatorial en todo el territorio. Quito, para mi gusto -y en general la serranía-, es aún mejor puesto que las montañas disminuyen el calor ambiente con constantes brisas, aunque nos perjudican la mayor cercanía al sol y la exposición a los rayos UVA y UVB. En cualquier caso, el quiteño de cultura mestiza no usa desde hace mucho ni sombreros de copa, ni gorros ni gorras, salvo, quizás, durante los domingos deportivos. Tampoco cubren sus cabezas los quiteños de cultura indígena, aunque los demás serranos indígenas mayoritariamente sí lo hacen. El sombrero de paño es el más utilizado. Hacia el sur, sobre todo en el Perú y Bolivia, el indígena de cultura indígena usa una gran variedad de sombreros donde, además, está incluído el chullo. Éste es un sombrero ancestral precolombino que mantuvo su vigencia en dichas comunidades. Pocas veces, quizás en televisión o en Condorito, el ecuatoriano promedio habrá visto un chullo. Aparentemente, su uso desapareció en nuestros andes o jamás llegó a consolidarse.

Tras mi salida del país, en el primer invierno del hemisferio norte me topé con una sorpresa única. En la cultura californiana, y quizás en la de todo el mundo europeizado, el uso del chullo durante esta estación del año es generalizado. Se ha convertido en una moda de los últimos 10 años. Los usan eurodescendientes, afrodescendientes, mestizodescendientes, asiáticodescendientes; es decir, todos los que conforman la imagen demográfica californiana. En los Estados Unidos, se los conoce como "Incan Hats" y se volvieron de populares debido al uso de éstos por cantantes de hip hop. Hoy en día cantantes como el mismísimo Justin Bieber lo han usado[1]. Aún más curioso me pareció el video del grupo roncanrolero ecuatoriano Chaucha Kings con Delfín Quishpe "El canelazo" puesto que el pianista, quizás influenciado por la corriente estadounidense, ya usa también un chullo. ¿Un presagio, quizás, de una nueva moda en el país? Habrá que esperar para saberlo.

Situación similar ha acontecido con las shigras. Reconociblemente ecuatorianas de procedencia otavaleña por sus diseños. A decir verdad, la explosión comercial de los otavaleños es visible en todo el mundo. En Caracas están sus ponchos, sus shigras y sus camisas. Lo mismo ocurre en San Diego, California y hasta en París. Estos grandes comerciantes van dejando el nombre de nuestro país en alto, y más importante que nada el de su propia cultura. En el lugar donde yo estudio durante el año hay varias tienditas de ropa y chucherías a la venta. Ahí, una comerciante peruana vende o revende chullos andinos y shigras ecuatorianas. Éstas últimas no han gozado aún una acogida generalizada, pero muchas personas las compran y las usan a diario. Sin embargo, las denominan con otro nombre, que dejo en deuda pues la memoria no me favorece en este momento. El costo oscila entre 12 y 18 dólares. En Otavalo mismo uno las puede conseguir a 4-5 dólares. En otras palabras, como novedad, es un gran negocio para los intermediarios. En el Ecuador, el fenómeno generalizado de las shigras es relativamente nuevo. No pasará de un lustro. La competencia es encarnecida si tomamos en cuenta que los jailaife y pitucos prefieren usar esas shigras importadas de marcas difíciles de pronunciar. A más, el uso de shigras aún es parte del estereotipo del ecuatoriano jipiento e indígena. En todo caso, es un fenómeno que ha tomado fuerza.

El éxito de chullos y shigras en el exterior es prueba fehaciente de que la cultura trasciende fronteras. En nuestro país, así como en el Perú o Bolivia, sería impensable que un ciudadano de cultura mestiza usara una shigra y un chullo. El estereotipo y su respectivo prejuicio así como el establishment de fondo son aún tan arraigados que esta persona perdería su posición en la sociedad por el mero hecho de usar algo " inferior", manojo de ideas del todo irracionales. Asimismo, su éxito y posterior reingreso a sus propias culturas de origen como mercancía de moda demuestra la débil identidad nacional que tenemos. No únicamente por inicialmente renegar su origen y evitar su uso sino por adoptarlas por el mero hecho de reflejar el último grito de la moda dominante en los Estados Unidos y Europa. Habrá de suceder, como en general sucede con la moda, que su tiempo de fama pasará en poco tiempo en favor de otros modelos o diseños. Y, tristemente, el prejuicio irracional retomará fuerza y todo quedará como de momento. Mientras la cultura dominante discrimina a la cultura nativa, ésta última se va perdiendo aún más absorbida por influencias extranjeras y lo que es más grave aún: por prejuicios propios.

Notas

[1] Bieber usando un chullo.

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