
Antes de empezar quisiera decir que la palabra
andeanismo quizás ni siquiera exista; de todos modos, se entenderá, creo.
Tengo la suerte de tener una amiga -¡qué dificl es conseguirlos aquí!- con quien disfruto hablar de cualquier tema, y más si tiene que ver día con quienes descendemos de los suyos. Hoy, en su casa, hemos hablado justamente sobre el tema de los nativos americanos (que se entienda bien el hecho de que
americano no significa
gringo) y las características que nos han dejado a quienes solo somos una parte de ellos. Entre estatura, cosmovisión y lenguaje, llegamos a esta
raza que, en contraposición al pensamiento europeo y estadounidense , es bastante heterogenea; el latinoamericano.
Según lo que aquí se comenta, un mexicano debería tener las mismas costumbres, palabras, ideas y virtudes que un guatemalteco, y éste igual que las de un boliviano; un error infinitamente categórico. En realidad, parece que su ignorancia conformista de conocimiento no les permite ver más allá de sus fronteras y piensan que todos somos una sola masa compacta de seres semiracionales, en la mayoría de los casos delincuentes o incivilizados. Sin embargo, los latinoamericanos, a breves rasgos nos parecemos entre sí en cuanto a la impuntualidad, la pereza, el conformismo, la demagogia, uso de palancas, en lo don juanes y en lo beodos. Por otra parte, también hay caracteristicas que compartimos que se pueden entender como buenas, tales como nuestro cariño, sinceridad, credulidad y solidaridad con los nuestros, familiaridad y afabilidad (aquí, y solo aquí, somos la envidia de todo el
primer mundo, a ellos les falta lo que de a poco perdemos).
Finalmente, cuando el sol se ponía, llegamos a hablar de la zona andina. Si bien cada país tiene diferentes realidades, visiones políticas, la raza aparenta ser bastante homogenea. Sí, el andino parece un grupo bastante compacto en la masa latinoamericana, y probablemente el más compacto de Sudamérica. Figurémonos el caso de que los límites territoriales no existieran, y las divergencias lingüísticas en los países andinos tampoco lo hicieran; así, estaríamos en un solo gran Estado donde el criollo chileno sería igual al ecuatoriano, y el mestizo boliviano sería igual al peruano, y todos nuestro indígenas serían los mismos paseando por sus tierras libremente, utópicamente. En todos los casos tenemos esta influencia española e incaica, aunque algo menos en Chile y escasísima, casi incontable, en Colombia. Lo triste de la historia es que aún no superamos nuestros problemas de identidad mestiza e indígena, todavía nos creemos españoles, criollos y despreciamos así todo rastro heredado de andeanismo, o de cultura incaica.
Recuerdo la conversación que tuve con una amiga a la que le pregunté si tenía sangre indígena y si se sentía orgullosa de ello; sus palabras fueron algo similar a
no lo se, quizás en algún momento del pasado, no se si mis papis o mis abuelitos se mezclaron alguna vez, la verdad no lo sé y no me importa. Ella, por otra parte, vive de las apariencias de lo que sería si fuera estadounidense, al último grito de la moda
fancy y longueando para que no ser longueada. ¿Por qué es tan dificil enorgullecernos de ser indígenas, o de tener sangre indígena?, ¿por qué luchamos tanto contra nosotros mismos buscando identidades que no tenemos?. ¡Qué dificil es entendernos!.
Le ha llegado, hogaño, el turno de reivindicación a los africanos. Primer presidente estadounidense, primer campeón de fórmula uno, primer campeón mundial de golf, etc. Habrá que ver cuánto más nos tomará el reivindicar lo indígena americano y cuánto más nos tomará la dificil tarea de aceptarnos como mestizos para sentirnos orgullosos de venir de las grandes civilizaciones americanas; de los mayas, de los olmecas, de los tupís o de los mapuches, sin ir más lejos. Tendremos que esperar a ver cuanto le tomará a Europa evitar llamarnos
sudacas, o
tercer mundistas para al fin vernos como personas tanto o más racionales que ellos. Sonará utópico, pero cuando por fin valoremos lo que somos y lo que tenemos, por fin dejaremos de lado al racismo que destruye a nuestra identidad, pudiendo así soñar una sociedad andina sin prejuicios, un nirvana en el que dejemos de pensar en los robos territoriales de las gallinas peruanas, en lo indios que se ven los titicacas bolivianos o en lo monos y longos que parecemos los ecuatorianos, o en lo huasos que son los chilenos, y en cambio nos fijásemos en las personas, su sencillez, su cariño, su fraternidad, nuestros lazos en común, nuestra herencia en común y nuestra
yahuarruna.
Gracias a este tiempo fuera del país he podido ver la triste y enajenada identidad que tenemos, lo peleados que somos nosotros mismos con nuestra gente, nuestro medio, nuestra sangre. Cada vez me sorprendo más de lo negativos que somos y lo Pilatos hechando la culpa de nuestras desgracias al indígena diciendo
"es que en el Ecuador (los Andes) hay mucho longo de mierda", cuando el verdadero problema nos incluye a todos. El ecuatoriano, y creo que el andino en general, repudia al español, pero agradece que nos hayan colonizado y
civilizado; repudia al criollo y sus españolismos, y repudian al indígena energicamente; ¿Cuando notaremos que tenemos parte de las dos esquinas?, ¡por qué es tan dificil aceptarnos!.
En fin, como dicen en quichua, ya llegará el
jacha uru, y será entonces cuando miraremos más allá de una frontera política para entendernos como un conglomerado de gente igual, con los mismos derechos, los mismos errores y las mismas necesidades. Reconoceremos entonces que el problema no son los indígenas, o los mestizos solamente sino que somos todos y cada uno de quienes conformamos esta masa. Llegará el
jacha uru y dejaremos el conformismo, la segregación y el racismo entre quienes por ley, sangre y costumbres hemos sido hermanos por siglos.
No puede haber una revolución sin canciones.
PD: Solo para darle un tinte visionario y revolucionario, aunque no tan realista, he dejado la cita y la canción.