Twitter
RSS

Idiosincrasia


Era una chica como cualquiera que se respete: engreída, hedonista y lujuriosa. Le encantaba lucir su cuerpo, desvordando las caderas o extendiéndose sensualmente sobre una silla. Otros días se acariciaba las piernas cuando parecía nerviosa o, en situaciones extremas, friccionaba una de sus muñecas brevemente por entre sus pechos cuando quería denotar necesidad. Cierto día un joven relativamente normal se le acercó.

-Puedo sentarme aquí -dijo el muchacho-

La cara de asombro de la chica fue tal que para lucir más atractiva y copiosa abrió sus piernas de par en par hasta cruzarlas; izquierda sobre derecha.

-Puedes, pero acercate un poco a mí.

¡Qué oportunidad tuvo el muchacho!, una mujer que se quemaba por dentro le había dicho que se siente junto a ella, ¡vaya privilegio!.

-Pues..., estoy bien aquí, pero gracias...

-Esta bien, tú te lo pierdes...

-¿Perderme qué?

-A mí. ¿sabes?, me fascinan los hombres tímidos, normales y respetuosos. ¿No te parece un honor?

-Sí, pero...

-¡Nada!, ¿acaso no te parezco hermosa, no te gustan mis senos o mis piernas?. Vamos, oportunidades como estas no se dan a menudo.

-Sí, pero...

-¡Ah!, ya veo... prefieres ser buscado y deseado; una víctima. Interesante postura... Ahora que mencionamos posturas, ¿lo preferirás de la manera tradicional?

-¡No!, pero...

-Entiendo....quieres hacerme el amor como un animal salvaje pero aún tienes miedo...

Sí... ¡no!, pero...

-¡Pero qué, cual es el maldito problema!

-Lo que pasa es que... yo no quisiera tener un enredo con usted, señorita, no creo que sea capaz de..., usted sabe. No quisiera que nuestra reputación se vea manchada por un acto como este. Usted entiende, la opinión pública del asuto. Es mejor que se vaya, me ha malinterpretado.

La chica enfurecida se levantó de la silla y con desdén se fue hacia la puerta, fue como si hubiera visto un demonio. De todos modos, mantuvo compustura. Al poco rato, un grupo de jóvenes, al ver que la chica se alejaba, se acercó a la mesa. Con ojos brillantes emprezaron a desesperarse, a querer conocer qué fue lo que pasó.

-¿Y, lo conseguiste?

- Sí, tenemos una cita este sábado a la noche, me espera en su apartamento y no debo llegar tarde.

-¡Bien!, ¿cómo fue?

- Pues..., cuando llegué estaba desentendida, no quiso hablarme . . .

Comments (0)

Publicar un comentario