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de la gente de color.
Buenos Aires fue otra cosa
con el barrio del tambor.
La Argentina esta en el suelo
porque la historia negó;
ocultó su sangre india
y a los negros de carbon.
Vergüenza le daba al blanco
esas gentes de color;
quiso ser fuerte y nueva
y con la Europa se unió.
No fue una cosa mala,
pero al color lo margino.
Nunca hubo negros decían,
Y que vergüenza, señor.
Guariló, guarilóGuariló, guariló
Los negros se avergonzaron
de su propia condición,
y el tambor abandonaron
en busca de otra razón.
Los morenos se mezclaron
y se olvidaron del color.
Nada ya queda de antaño,
ni siquiera el milongón.
Buenos Aires fue otra cosa
con el barrio del tambor.
La Argentina esta en el suelo
porque la historia negó;
ocultó su sangre india
y a los negros de carbon.
Vergüenza le daba al blanco
esas gentes de color;
quiso ser fuerte y nueva
y con la Europa se unió.
No fue una cosa mala,
pero al color lo margino.
Nunca hubo negros decían,
Y que vergüenza, señor.
Guariló, guarilóGuariló, guariló
Los negros se avergonzaron
de su propia condición,
y el tambor abandonaron
en busca de otra razón.
Los morenos se mezclaron
y se olvidaron del color.
Nada ya queda de antaño,
ni siquiera el milongón.
Juan Carlos Cáceres[1]